¿Has escuchado alguna vez el concepto de comercio de proximidad? Se trata de una forma de consumo que se está volviendo a poner de moda y que se contrapone a las grandes superficies comerciales.
Para que lo entiendas, queremos ponerte un ejemplo: ¿Recuerdas las llamadas tiendas de ultramarinos? Eran esas tiendas de barrio donde tu madre o tus abuelos compraban los alimentos diarios. Panaderías, fruterías, pescaderías, carnicerías, mercerías, droguerías y otros establecimientos de pequeño tamaño. Aquellas donde se ayudaba al consumidor a encontrar lo que buscaba, se le aconsejaba y asesoraba sobre el producto y se le trataba por su nombre, porque tendero y cliente se conocían desde siempre.
Eran lugares de encuentro que fomentaban las relaciones sociales, donde había espacio para las charlas que ayudaban a conocer lo que comíamos. Era un tipo de comercio donde encontrabas productos locales. Era lo que se conoce como comercio de proximidad.
¿Era? Eso parece. Porque hemos sustituido el pequeño comercio de proximidad por enormes superficies comerciales ubicadas en las afueras de las ciudades. Allí podemos encontrar casi de todo. Son un auténtico paraíso para los amantes de las compras y los apasionados de las colas eternas ante las cajas. El lugar ideal para todos aquellos que sueñan con los atascos en las entradas y salidas de estos inmensos complejos de tiendas y tiendas, donde cuesta encontrar a alguien cuando buscas información sobre algo que vas a adquirir y donde incluso puedes llegar a perderte y no encontrar la puerta de salida.
El comercio de proximidad busca suministrarnos los productos que las personas necesitamos en nuestro día a día, evitándonos desplazamientos innecesarios y pérdidas de tiempo, puesto que todo lo podemos encontrar en las calles del barrio. Afortunadamente muchos ya se han dado cuenta de la importancia de fomentar este tipo de comercio poniendo en marcha campañas de concienciación como en Barcelona o Madrid, porque el comercio de proximidad es salud para el consumidor, para la economía local y para el planeta.
Razones para practicar el comercio de proximidad
Antes de que te asalten las dudas sobre cuál es la mejor opción, te explicamos que no es necesario elegir una y desechar la otra, son tipos de comercio que se complementan entre sí. Puedes comprar de manera responsable tanto consumiendo productos locales como productos de Comercio Justo en el caso de que los alimentos se hayan producido en los países del Sur.
Aunque estés adquiriendo productos lejanos, si estos están certificados de Comercio Justo tienes la garantía de que nadie en su cadena de producción y suministro ha sufrido injusticias. Tienes la garantía de que los agricultores y agricultoras de los alimentos han recibido un salario digno por su trabajo y de que no ha habido explotación infantil.
Un producto lejano pero procedente de Comercio Justo asegura el desarrollo sostenible de los países productores y mantiene los derechos de las personas involucradas en su producción porque busca un comercio basado en la transparencia y el respeto para beneficiar no solo al consumidor sino también al trabajador. ¡Busca el sello de comercio justo en cada producto!
Los comercios de proximidad con productos locales o de Comercio Justo y, además, garantizan mercancías más sostenibles, son fuente de vida para tu comunidad y contribuyen a su desarrollo económico. En tu cesta de la compra está el futuro de estos comercios y de tu entorno.
¿Cómo quieres que sea tu barrio en un futuro? ¡Tú decides!